viernes, 28 de enero de 2011

Chindasvinto Catador de oficio viticultor

Vinificación en tinto para dummies


Érase una vez un viticultor llamado Chindasvinto que tenía un viñedo. Era el mes de enero, hacía muuucho frío y el viticultor, aprovechando la luna menguante decidió podar. Durante varios días, fue cortando los trozos de ramas que habían salido la primavera anterior.
Con la siguiente primavera, el viticultor vio cómo salían nuevos brotes que portaban hermosas flores y que en verano le dieron grandes racimos. Los cuidó durante todo ese tiempo, protegiéndolos de plagas y enfermedades.
Y en septiembre ocurrió que la vid agradecida  obsequió al hombre con una gran cantidad de uvas con las que poder hacer vino. El viticultor las recogió con mimo cortando cada racimo a mano y llevándolos a su lagar.
Ya con los granos de uva tinta limpios y rotos en los depósitos, el mosto comenzó a fermentar. Miles de minifábricas llamadas levaduras, empezaron a funcionar cambiando el azúcar que contenía el mosto en alcohol. Durante unos diez días el hombre vigiló los depósitos para que no les subiera la fiebre y no se quedaran sin aire las minifábricas.
Finalmente el mosto se convirtió en vino y llegó el momento de separar el líquido de las pieles.
Durante todo el invierno, el vino quedó reposando en otro depósito hermético y cuando pasó el invierno fue colado y embotellado para deleite del viticultor que muy orgullosamente invitó a sus amigos a disfrutar del sudor de su frente.

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